La ilusión del uso de celulares
en las aulas
La realidad del Sistema Educativo
es bastante distante de los sueños de aspiraciones virtuales que se manejan
desde los espacios de gestión del Ministerio de Educación. Es una medida sin un
análisis que lo respalde.
La brecha de clases y
condiciones económicas y sociales se refleja en mirar el tipo, marca y uso de
celulares que tienen los niños y jóvenes.
Siendo la educación un hecho eminentemente social, y según la Constitución una
responsabilidad ineludible del Estado, y al incorporar el avance
tecnológico que experimenta nuestra sociedad se diría que es natural entender
que los teléfonos celulares, la tabletas, las laptops, los ipods,
etc...son parte de los artículos cotidianos de los seres humanos y en especial
de los jóvenes en sus actividades rutinarias; además, la brecha de clases y
condiciones económicas y sociales se refleja en mirar el tipo, marca y uso de
celulares que tienen los niños y jóvenes en las escuelas y colegios y su uso
real.
La propuesta planteada desde el Ministerio nos lleva a
los educadores y la comunidad educativa en general a analizar con más
detenimiento y profundidad si los datos coinciden con diferentes aristas que
engloban al tema como: la realidad económica de todos los estudiantes, los
conocimientos de los docentes en cómo hacer de los celulares instrumentos
curriculares y didácticos (capacitación docente en TIC, casi nula desde el
Ministerio de Educación), además de la madurez social para enfrentar el tema
con responsabilidad y en positivo.
Algunos datos del Ministerio de Telecomunicaciones
publicados sobre los tiempos de conexión de lunes a viernes los jóvenes entre
10 a 18 años: de por menos de 1 hora el 35%, entre 1 y 2 horas el 26%, más de 2
horas el 19%, entre nada y no sabe el 20%. Según estos datos, y por las
edades de los encuestados, diríamos que los estudiantes desde el 6to año de
Educación General Básica hasta 3ro de Bachillerato más del 60% se conecta por
lo menos una hora diaria al internet. Aunque no se informa a través de qué
medio.
Como docentes, es bastante simple hacer una encuesta a
nuestros estudiantes de 30 o 40 en una aula de clase de 1ro de bachillerato. El
90% posee un celular, algunos manifiestan que su uso es meramente para
comunicación con sus padres en caso de emergencia; el uso de un accesorio
básico que es la calculadora y un porcentaje muy reducido de 10% a 15% sostiene
que su celular tiene la capacidad de conectarse a internet porque su aparato es
“Android” o de última tecnología, y utilizarían su celular como instrumento de
generación de información y conocimiento o para procesos de desarrollo del
pensamiento que harían con orientación del profesor (a).
Algunas preguntas lógicas ante el reto tecnológico que
sostiene la orientación “liberadora” del Ministerio de Educación:
• ¿Acaso todas las instituciones educativas cuentan
con conectividad de internet?
• ¿Cuántas sostienen un “Router Wi Fi” que libera el acceso a conexión de internet inalámbrico?
• ¿Cuántas Instituciones Educativas Fiscales cuentan con laboratorios de computación y cuantas de las computadoras existentes funcionan o están sin uso o caducas?
• ¿Cuántas Instituciones Educativas tienen Laboratorios, espacios técnicos pedagógicos para desarrollar los procesos de enseñanza aprendizaje?
• ¿Cuántas sostienen un “Router Wi Fi” que libera el acceso a conexión de internet inalámbrico?
• ¿Cuántas Instituciones Educativas Fiscales cuentan con laboratorios de computación y cuantas de las computadoras existentes funcionan o están sin uso o caducas?
• ¿Cuántas Instituciones Educativas tienen Laboratorios, espacios técnicos pedagógicos para desarrollar los procesos de enseñanza aprendizaje?
Algunos datos necesarios e importantes que permitan
tener una mejor idea de cómo se encuentra el Sistema Educativo Nacional en el
Ecuador: Existen 74 571 computadoras y 7758 laboratorios de computación en las
instituciones educativas tanto públicas como privadas según el SIME del 2010,
para una población estudiantil de más de 4 millones, 1280 laboratorios de
Ciencias Naturales, 205 Laboratorios de Idiomas, 441 Laboratorios de Química,
399 Laboratorios de Física, 206 Laboratorios de Biología y 12 Laboratorios de
Botánica.
La realidad en el Sistema Educativo es bastante
distante de los sueños, aspiraciones virtuales, que aún se manejan
lamentablemente desde los espacios de gestión del Ministerio de Educación, y
más aún del señor Ministro de Educación, que acaba de anunciar la autorización
del uso de los celulares en las aulas de clase, sin un análisis previo de los
aspectos positivos y negativos que los mismos tendrían en los procesos
educativos.
Una sencilla reflexión de la mayoría de los
estudiantes brevemente encuestados dice que no sería beneficioso ya que
distraerían su atención porque no todos tenemos celulares o tabletas o
tecnología en las mismas condiciones como para que se conviertan en
instrumentos o medios didácticos de aprendizaje.
Y esto no es negar que la tecnología sea muy
necesaria, útil e indispensable en el desarrollo del conocimiento de nuestros
estudiantes y que los docentes hagamos mejores esfuerzos por incorporarlos en
las actividades pedagógicas.
La exigencia de la comunidad educativa es que todos
tengan las mismas condiciones, oportunidades y acceso a la tecnología como
tabletas, laptos, etc.. como política de Estado, entregadas desde
la asignación del presupuesto que corresponde a la Educación según mandato
constitucional y la inversión que corresponde en infraestructura escolar para
que todos cuenten no sólo con la orientación del Ministerio de Educación sino
con instrumentos reales de tecnología para tanto estudiantes como docentes.
Hace 5 años, el gobierno de Uruguay entregó de manera
gratuita a todos los alumnos de la escuela pública una computadora y aseguró la
conectividad a internet a todas las instituciones educativas. Uruguay es un
país pequeño, con menos ingresos que el Ecuador y sin embargo ha sido capaz de
realizar este proyecto. Todos los niños y niñas, todos los jóvenes tienen
acceso a la tecnología y a través de ella a los conocimientos.
Esto demuestra que nuestro reclamo no es utópico. POR: Mariana Pallasco
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